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jueves, 26 de junio de 2014

Nuestro   Proyecto  de  Aula

 Durante este año vamos a trabajar en un blog donde subiremos información sobre el colegio ,anécdotas y desempeño de los alumnos.
  Este proyecto surgió de los alumnos de 4° año junto a la profesora de  Tecnología de la Información y la Comunicación Sra. Alejandra Casale,  y  el objetivo es que todas las personas fuera del entorno escolar , alumnos, Personal docente y no docente, puedan informarse de lo que sucede dentro de la institución.
  De esta manera aplicaremos todos los conocimientos que vamos a adquirir en la materia  a lo largo de este año.                                                     







   Esperamos les guste nuestro trabajo y nos dejen sus comentarios y sugerencias!!!!


Realizaron este informe: 

  •  Julián Tula.
  •  Naim Ambrosino.
  •  Maximiliano Veliz .
  •  Emanuel González.

martes, 17 de junio de 2014

JORNADA
“ESCUELA, FAMILIAS Y COMUNIDAD”


El día lunes 09 de Junio en nuestro colegio se desarrolló la jornada “Escuela, Familias y Comunidad” con el propósito de seguir consolidando el vínculo entre la escuela y las familias en torno a las prácticas de lectura.
En este primer encuentro nos propusimos trabajar en torno al eje Lecturas y Tradición Oral, a partir de la construcción de espacios de escucha, reflexión y reconocimiento del otro abriendo el juego a la participación de la comunidad educativa en su conjunto (docentes, alumnos y familias).
La propuesta consistió en organizar un concurso por ciclos (básico y orientado) en el que los alumnos con el acompañamiento de sus familias recrearan narraciones propias de la comunidad.
Se decide organizar una competencia entre los diferentes cursos de la institución ya que desde hace algunos años hemos advertido que por motivos que desconocemos con certeza la familia deja de acercarse a la escuela para participar de actividades compartidas con los alumnos, como sí lo hace en mayor medida con los niños de la escuela primaria. El hecho de que la concurrencia de cada adulto de la familia sumara un punto y otro la participación en la narración de historias de nuestro pueblo incentivó la concurrencia de varias familias a la jornada de lectura.
Para comenzar se pidió a cada curso que recopilara, con ayuda de familiares, vecinos y otros adultos de su entorno, distintos relatos de la región. Mitos, leyendas urbanas y rurales, historias populares, anécdotas, canciones y cualquier relato de esos que circulan de boca en boca, de una generación a la siguiente, relatos que nunca son iguales sino que mutan permanentemente, esos que nos entretienen y a veces hasta nos asustan pero que sirven, entre otras cosas, para recuperar parte nuestro pasado y valorizar nuestra cultura como pueblo.
Tres días antes de la fecha acordada, se explicó a los alumnos las bases del concurso y el último viernes de la semana se invitó a las familias a través de una nota en el cuaderno de comunicaciones.
En un primer momento, esos relatos fueron trabajados en el aula, leídos y comentados, buscando además puntos de encuentro entre las distintas historias. Las familias que llegaron temprano también formaron parte de estas actividades de selección y comparación de historias.
Más tarde, en el horario previsto para la jornada, cada curso seleccionó una o dos de esas historias para compartir con todos los presentes. Papás, abuelos y otros familiares fueron los protagonistas de la jornada. Ellos nos brindaron su ayuda, su ejemplo, y se convirtieron en fuentes de valiosa información y de las más disparatadas anécdotas.








Concluido el intercambio, en éste como en todo concurso llegó el momento de elegir al curso ganador (uno por turno). Para esta difícil tarea los docentes que estaban presentes oficiaron de jurado. Se consideran criterios como la organización del grupo, la presencia de familiares y amigos que pudieron convocar, el arte de narrar oralmente y captar la atención de los presentes, entre otros aspectos.En el turno mañana, los alumnos del ciclo orientado seleccionaron las siguientes historias:
Cuarto año se abocó a la recreación de relatos populares. Los alumnos leyeron la historia de La llorona, comentaron el relato del Pombero y nos regalaron la canción la Telesita, basada en otro relato popular del norte argentino. Fue muy destacada la participación de un alumno que recreaba los gritos desgarradores de esta madre vestida de blanco en busca de sus hijos.
Desde el formato flexible, un alumno de cuarto año, también se sumó a la propuesta narrando su propio encuentro con la luz mala, en la zona rural de nuestro pueblo. Esta actividad fue complementada con la búsqueda de información en internet para dar una explicación a este fenómeno tan popular entre los martinenses.



Los alumnos de quinto año decidieron compartir la lectura de la una historia real de nuestra provincia: la caída de la ceniza en el año 1932. Dos alumnos nos narraron algunos testimonios de cómo los pobladores habían vivenciado aquel hecho inesperado. Una mamá relató su propia experiencia y contó cómo siendo niña se divertía cavando pozos en la tierra hasta dar con la misteriosa ceniza que tanto llamaba su atención.



Los más grandes del colegio, por su parte, decidieron ampliar la historia del Pombero ya que uno de los estudiantes tiene gran parte de su familia en Formosa y ha escuchado desde niño historias de sus apariciones por el lugar. También supieron captar la atención de los presentes con la lectura e interpretación de un cuento de María Teresa Andruetto titulado “El Guante de Encaje” al que adaptaron como si hubiera ocurrido en proximidades de nuestro pueblo, en caminos y localidades cercanas. Una mamá participó también de la propuesta contando historias de apariciones misteriosas en la zona rural donde se desempeña su marido y otra, entretuvo a los interesados oyentes con relatos inquietantes del sur de Córdoba de donde es oriunda.
Para nuestra sorpresa este grupo de alumnos de casi 18 años de edad fue el que contó con el mayor acompañamiento de familiares en el turno mañana, refutando gratamente nuestra idea de que las familias de los mayores tenían una menor participación en las actividades de sus hijos.



Los más pequeños del ciclo básico, en el turno tarde, trabajaron de la misma manera seleccionando relatos como los siguientes:
Primer año: la historia elegida fue la de una mujer vestida de blanco que aparece en la Ruta 35, y sorprende a los camioneros del lugar.


Segundo año: los alumnos inventaron una historia titulada “El lobizón” a la que ambientaron en la laguna Chadilauquen, a pocos kilómetros de nuestra localidad.



Tercer año: seleccionó la historia de la luz mala para leer y compartir con los presentes.


En este turno contamos con una alta concurrencia de familias, muchas acompañaron la jornada con su sola presencia y otros se animaron a compartir sus propias historias.


A los consejos sobre el valor de la escuela y lo bello de esta etapa de la vida que los alumnos están transitando, tres abuelos quisieron regalar recuerdos de su propia infancia. Así fue que entretuvieron y emocionaron a chicos y grandes con el relato de las cosas que tenían (útiles y juguetes), las travesuras que hacían en esos tiempos, cómo era la escuela por aquel entonces y mucho otra información que resulta difícil expresar en pocas palabras.




A continuación se transcriben los relatos seleccionados por el curso ganador de cada turno. Ambos grupos tuvieron mayor puntaje no sólo por su desempeño y trabajo en equipo sino por convocar a mayor cantidad de familiares y contar con su grata compañía e interesantes historias.

El guante de Encaje
Adaptación del cuento de la escritora cordobesa María Teresa Andruetto
Cierta vez, un paisano de Embajador Martini, de los primeros que llegaron a nuestra región para “hacerse la América” como se decía por aquellos tiempos, viajaba con su hijo en carro por el camino viejo que unía al poblado con Alta Italia. Cuando iban pasando por el campo que es hoy propiedad de la familia Bogino, en el cruce mismo con el camino nuevo, una mujer muy joven vestida de fiesta, los detuvo.
Aunque era muy entrada la noche, la habían visto de lejos porque la luz de la luna era intensa y el color del vestido, blanco brillante. – Mi novio se ha enojado conmigo y me ha dejado sola en el medio del campo –dijo cuando el carro se detuvo- ¿Podrá usted llevarme hasta la entrada de Alta Italia? Yo vivo ahí.
-Cómo no, señorita – contestó el paisano, y él y su hijo le hicieron un lugar en el carro. Viajaron en silencio un buen rato, hasta que empezaron a hablar de cosas sin importancia, más por ser amables que por verdadera necesidad de decir algo. En esas conversaciones ella confesó que le gustaba demasiado el baile y que se llamaba Encarnación.
Era una noche de crudo invierno y la joven estaba desabrigada. Cuando el paisano la vio temblar, dijo: - Convide, hijo, a Encarnación con un bollo de anís y un trago de ese vino de canela que llevamos, que es bueno para los enfriamientos. Y el muchacho le ofreció pan y vino. Ella pegó un bocado grande al bollo y tomó desesperada unos tragos. Algo de vino cayó sobre el vestido y dejó allí, en el pecho, una mancha rosada como un pétalo- - ¡Qué Lástima! – habló ella- ¡Era tan blanco!
Pero siguió comiendo el bollo de anís con muchas ganas, tanto que cualquiera hubiera dicho que iban a pasar años antes de que volvieran a ofrecerle algo.
Cuando llegaron a la entrada de Alta Italia, muy cerca de donde está el boliche de Severo Andrada, les dijo que habían llegado. El paisano detuvo el carro y ella bajó y fue corriendo a meterse en la casa de la esquina, frente al cruce. Padre e hijo siguieron viaje. Habían hecho unas cuantas leguas cuando el hijo vio brillar algo en el piso del carro. Se agachó y descubrió un guante blanco de encaje fosforescente. Entonces se lo mostró a su padre y decidieron volver a la casa donde habían dejado a Encarnación, para devolvérselo.
Hicieron de regreso las leguas que habían andado, hasta la zona del boliche de Severo Andrada, y se detuvieron en la esquina, frente al cruce. Bajaron los dos, pero fue el padre quien golpeó las manos. -¡Avemaría Purísima!- llamó como lo hacen los paisanos. Le contestaron los perros. Y después, la voz de un hombre recién arrancado del sueño: -¿Qué se le ofrece?
-¿Aquí vive una señorita llamada Encarnación? -preguntó el paisano. El dueño abrió la puerta. Estaba pálido. Y se quedó mirando a los dos forasteros sin decir palabra.
-Venimos a devolverle un guante. Se lo ha olvidado hace un momento en nuestro carro. El hombre siguió mirándolos en silencio.
-No lo tome a mal-insistió el paisano-.Tuvo un problema y nos pidió que la acercáramos. -El hombre seguía en silencio.
El hijo estuvo con la mano extendida, acalambrada de tanto ofrecer el guante al dueño de casa, hasta que éste habló: - Es mi hija, pero está muerta...ayer se cumplieron veinte años...
-Dijo que venía de bailar...recordó el paisano.
-Hace veinte años...contó el padre- para el día de Santa Rosa, murió bailando en las fiestas patronales. Del corazón, sabe?
Los dos hombres que habían llegado en el carro, así como estaban, pegaron media vuelta murmurando una disculpa. Pero el padre de la joven reclamó: - El guante...por favor. Es para llevárselo a la tumba. Todos los años, para la fiesta de Santa Rosa, se olvida algo en alguna parte y hay que ir a ponérselo.
El muchacho entregó el guante encaje. Después alcanzó en silencio a su padre que ya estaba sentado en el carro azuzando a los caballos.
Alumnos de 3º año Polimodal



El lobizón

Relato creado por los alumnos de 2º año secundario
En la laguna Chadilauquen, famoso lugar de asentamientos aborígenes, circulan muchas historias de criaturas y fantasmas. Una noche de verano alquilamos las tres, mis amigas y yo, una carpa bastante retirada del albergue pero muy confortable para nosotras.
Entre paseos y medianoche comenzaron los martinenses a contar la historia del “lobizón”, ese ser tan singular que habita los montes y suele salir para asustar y atacar en noches de luna llena, inquietando a los caminantes nocturnos.
Aquella noche salimos a nadar a la laguna y a orillas de ésta, hicimos una fogata que duró hasta casi la madrugada, cuando con paso lento emprendimos el regreso, como lo hacen los jóvenes de campo. Ahí estaba la luna llena alumbrando nuestro camino entre sombras en pleno monte.
Los pensamientos se fijaron en una sola cosa: la leyenda y nuestras miradas observaron el horizonte oscuro y acabaron nuestras risas. Las palabras y el silencio. Sólo se escuchaban nuestros pasos y el sonido de la nada, no cabían las palabras.
Era un apresurado transitar olvidando el cansancio y sólo pensando en llegar, cuando se escuchó el suave crujido de una rama a nuestras espaldas. Esto provocó una caminata más rápida junto a risas nerviosas y comentarios rápidos entre risueños y angustiosos citando lo imposible de “la presencia” porque nos habían avisado que no debíamos nombrarlo.
Pronto llegamos a la carpa y cerramos la puerta dejando sólo el mosquitero entornado, porque el calor arreciaba y estaba próximo el amanecer. Ya en nuestras bolsas de dormir, adormecidas en la oscuridad de la noche, sentimos que algo rozaba el cobertor, cuando cayó estrepitosamente la lona junto al mosquitero al suelo.
En un instante nos encontramos las tres admirando la lona rasgada en varios pedazos. Nunca supimos si fue una broma.

Alumnos de 2º año secundario básico